Estas condenada a pasar
el resto de tus días agradeciendo... así “esa mujer” decide cambiar su vida y toma
decisiones , “esa” que sumida en la soledad, la desesperanza y las adversidades
se arma aun de más de fortaleza al oír esas palabras, decide , de pronto,
cambiar su destino, se cuestiona todo, la vida el existir, el querer, el amar
hasta el sentir, no entiende el porqué del ser ella, él para que de sus
emociones, el cuanto de lo material, no interioriza lo que tiene, pues bien
sabe no le pertenece, vaga de forma espontánea por la ciudad, de un lugar a otro, de los suburbios a un lugar lleno de
magia, ese lugar le queda cómodo pero siente que no pertenece ahí, aunque le
agrada de sobremanera, no hay identidad, siente arraigo pero no le gusta,
decide que su vida está destinada a caminar, a ir dejando huellas en el camino,
sin herir ni dañar, es en ese momento que las palabras de aquella persona le
hacen sentido. Gracias, dice, por todo y por nada, ese será su destino y su rumbo….
Viajar moverse, ser un
nómade, conocer existir, reír y seguir soñando con que todo aquello que le ha
sucedido la ha fortalecido, convenciéndose de que las ausencias sirvieron de
algo, alegrándose por sí misma, por lo conseguido, por sus triunfos y por los
de nada recibidos….
Logra entender que la
vida es eso, vivirla, logra darse cuenta que la manera correcta de vivir no es
aquella que te dicen, es la que tú eliges y la haga o no feliz, la mantiene y
le permite vivir soñando.
En uno de esos tantos
viajes, de esas mudanzas que a su paso dejan entre ver recuerdos, papeles,
dibujos cartas y fotografías descubre cuanto ha crecido, ve su pasado como el
ayer y no le gusta recordarlo, esas cosas lo reviven y la hace recordar que
aunque se sintió feliz, le faltaba algo, le faltaba independencia, las deja, en
el camino recorrido de a poco se desliga de esos recuerdos “materiales”. El
viaje continua, la mujer “esa mujer” no se detiene, ha fortalecido su
caparazón, engrosado su huellas; se
siente una tortuga, a paso lento, seguro, encontrando refugio cada vez que lo
necesita, se detiene, medita y observa (una práctica que ha adoptado con los
años de andanza y que ayudan a darse cuenta cuanto avanza).
Se encuentra, de pronto
en un lugar con olores exóticos, planicies inmensas que lo único que la dejan
ver es el mar, un cielo casi en su cabeza y un atardecer con colores
extraordinarios, vuelve su memoria atrás y ya casi no quedan recuerdos, solo
existe la memoria de aquel viaje, fortuito con gente desconocida, hace varios
años atrás, que la llevo a ese mismo lugar, acompañada en aquellos años de juventud,
en lo que estas descubriendo la vida y fortaleciendo “esas huellas” que la
hacen ser “esa mujer”, en esos años descubrió la magia de los colores, la
energía de las personas, lo maravilloso del Lago, del viaje, la perfección en
las arrugas de un lanchero, el sabor de mariscos de la zona, el ímpetu
aventurero de jóvenes, que a diferencia de ella, solo buscaban diversión, en
ese viaje, ella quería encontrar paz, lograr valorar aun mas los espacios, las
raíces y extrañar; sintió esa necesidad
de necesitar lo que no lo que tenía; pero no sucedió, aun mas, la impulsó a
seguir el rumbo. En “ese viaje “ de hace muchos años, su espíritu estaba
encerrado en su cabeza, su alma opacada por el dolor y su mente empeñada en planificar y limitar sus sueños incluso en
competir. El entorno la obligaba a hacerlo pero nunca le acomodó y decidió
dejar todo por esto, a diferencia de “aquella vez”; ahora, está sola, pero porque ella lo decidió….
Por la espalda se acerca
un ser joven, rebosante de energías de todos los colores, que siempre ha estado
silente y esperando su momento, oculto entre somas y dendritas, entre lo gris,
lo blanco y las circunvoluciones, encerrado en un cofre lleno de liquido, con
tapas soldadas a mano por la vida, que ha acompañado siempre A “ESA MUJER” y que no
envejece, que sin saberlo ha sido el motor de arranque de ella misma; su alma a
sido su fiel compañera desde siempre, pero debió refugiarse en su cabeza para
que no la rompieran, también busco coraza y encontró una bastante buena, discutía
con cuanta neuroglia se le cruzó por el camino, enfrentó al cerebelo para que
la ayudara a mantener el equilibrio en los momentos de desbalanceo, batalló por
años con las meninges que no la dejaban salir, hasta que descubrió la forma de
escapar, no por la cabeza, sino por el corazón, se dio cuenta que en los
momentos de plena felicidad “esa mujer” se sentaba a reflexionar, que su
corazón latía más rápido y que existían medios de transporte que viajaban por
canales inmensos llenos de basura para ser purificados allí donde había aire de
tantos lugares, alquitrán de tantos cigarrillos y restos de THC que ni ella sabía
de donde provenían, esa era solo una parada, el verdadero escape se daba desde un
trozo de musculo que la mantenía viva, por tanto, aquel día, ante esa
meditación, se armo de valor y salió, desde el centro de su espalda y descubrió
un mundo hostil, petrificado en el tiempo… contempló desde atrás un cuerpo aun
joven, lleno de energía, pero notó que estaba vacío, debía volver a entrar pero
no podía hacerlo sin antes hacerle saber a “esa mujer” que existía, desde
siempre, le hablo al oído y le dijo “-estas aquí, créelo” no temas ya me
encontraste.
“Esa mujer” en una
necesidad inmensa de respirar absorbe todo el aire sureño que existe a su
alrededor de un gran respiro, siente olores únicos e intensos, se pone de pie y
camina….
(La próxima parada solo
la conoce “esa mujer” sus pies gruesos, su coraza fortalecida y su alma libre).
Ornella Ayelén
escritos como cafés cargados, libres en la inmortalidad de un segundo.
ResponderEliminarAfán del ser, afán del ver..
Cordiales saludos
Verborreico.