miércoles, 24 de abril de 2013

Camas ajenas.

Una noche, en la que estas recostado en una cama que no es la tuya, que tiene otro olor, acomodado entre bultos, fumas un cigarrillo y te preparas a dormir, silencio interrumpido por el tic-tac del reloj de pared que cada vez tiene menos fuerzas y voces a lo lejos de la calle...los Duraznos se llama; cuando era pequeña me pregunte siempre quien era el idiota que le ponia nombres tan feos a las calles; en fin, te recuestas, acomodas la cabeza en una almohada que se te hace indiferente, no te permite reposar tu cabeza en ella, es extraña, huele a nada, decides alejarla no sirve....
Tus brazos son mas cómodos, los abrazas y escuchas -"Buenas noches"- una voz dulce, cansada y familiar te lo dice, -Buenas- respondes; mientras sigues batallando con el tic-tac del reloj, irregular y ruidoso, te dices -mañana le cambio la pila a esa mierda!!!- reacomodas la cabeza, cubres tu cuerpo con una frazada que pica, que tiene historia y vida, energia, tiene los sueños y temores de ese alguien con voz dulce... Te prestas a dormir,por fin, entre el insistente tic-tac del reloj, la almohada inexistente y la frazada peluda; los parpados caen, sientes el latir de tu propio corazon, los ronquidos amneicos de un vecino y el maldito tic-tac que ya es la banda sonora de las ovejas que comienzan a saltar en tu cabeza.... Primera fase del sueño, y te despierta un salto estremecedor que sacude tu cuerpo como un espasmo melodico, te sonries y duermes.
De pronto abres los ojos, miras y vez oscuridad, el reflejo de un farol titilante de la calle que entra por la ventana y nada mas, en voz suave y con tono de pregunta temerosa dices -mamá?- No hay respuesta alguna, la memoria se estremece, entre colores grises azulados, voces, risas, murmullos e historias, un viaje al pasado, a cuando eras niño debias dormir temprano y ese farol titilante era la sombra de algún monstruo imaginario, el tic-tac de ese reloj que ahora late con mas fuerza, su corazon, la cama, su hogar y tu frazada su abrigo,a la que sin querer te aferras, tal como antes, mueves la mano al lado y recoges la almohada que al igual que en tu niñez era el escudo contra el monstruo, cubres tu cabeza, cierras los ojos con fuerza aprietas los dientes y vuelves a dormir.
La almohada no era tan mala como pensabas, permitió que el monstruo no se llevara tus ideas y que morfeo que quizas dormia en ella entrara en tus sueños...


No hay comentarios:

Publicar un comentario