viernes, 26 de abril de 2013

De memorias infantiles y sartenes tiznados.

Adelante, pase, sientase como en su casa!!! ¿Que es esa mierda? Es como un café salado, ¡la cortesía es tan hipócrita!, si te sientes como en tu casa eres un patudo. No hay como el recuerdo del único hogar que tuvo, cuando era pequeña y en invierno llovían estrellas, los eucaliptos altaneros y sientiéndose como en su casa ( Son infiltrados de las forestales) liberaban su aroma al ambiente húmedo, soltaban sus frutos a esa tierra fértil y limpia, con alfombras de hojas esperando convertirse en "algo", lo que fuera, el hogar de unas hormigas, el baño de un perro o el refugio de algún caminante solitario que las separaba con sus pies mientras contempla el balancear de esos eucaliptos, uniforme y coordinado, emitiendo ruidos inconfundibles, silbando al viento sus melodías aromatizadas...
Esos mismos eucaliptos que acompañaban las conversaciones, los mates y las lentejas calentadas en un sartén tiznado junto al fogón al centro de la cocina; ella sentada en las piernas del abuelo se sentía en el paraíso, jamas ha podido olvidar lo confortables que eran las piernas de aquel hombre, de manos gruesas, uñas negras, de espalda ancha y brazos que entregaban los abrazos mas seguros del universo cuando algún eucalipto narcisista bailaba mas que sus vecinos y caía sobre algún cable eléctrico, se cortaba la luz y ese hombre te abrazaba, hasta que la abuela lograba encender una vela, mientras esa niña veía figuras demoniacas con el reflejo imponente del fogón...¡Se acaban las lentejas y gusta tanto sacar el raspado de los bordes!.
Era la hora de las historias antes de dormir... Pero esa noche no se contaron, el abuelo no se sentía muy bien. Duérmete mojón chico, le dijo, con la voz mas suave que podía tener, ella pequeña notó que debia obedecer, y sin regaños se tendió es su catre, ruidoso y que se transformaba en una nave espacial en el momento que se enrrollaba en su frazada de lana de oveja, esa nave la hizo viajar cada noche por el universo, pero esta soñaba con que al día siguiente solo brillara el sol, quisquilloso y que había permanecido oculto tras las nubes represivas durante tantos días. Se levanta ansiosa al día siguiente esperando que haya pasado el temporal, sale de la puerta y respira ese aire puro, lleno de aromas de todo tipo, ve a su alrededor y hay ratos de sol iluminando las hojas de los eucaliptos que a esa hora están petrificados; tanto baile parece haberlos agotado, corre a buscar su bicicleta y sale sin siquiera sobarse los ojos, a atravesar esas pozas de agua en la tierra húmeda y apretada, a esa edad eran un desafío y lo disfrutaba ( Desde ahí, la vida fue un desafío), hasta que la voz del abuelo la llamaba al desayuno, esa voz no sonó como siempre y nunca mas sonó igual! Quizás fue una de las ultimas veces que la oyó. Cuando esa voz se apagó por completo, desapareció el hogar. ¡Siéntase como en su casa! Que hipocresía.....

No hay comentarios:

Publicar un comentario